martes, 15 de enero de 2013

JACINTO CANEK


 JACINTO CANEK: EL REY DE LOS MAYAS
 

  
Líder rebelde maya que encabezó, durante el año 1761, la rebelión en contra de los españoles, en Cisteil, Yucatán.
El 19 de noviembre de 1761, convencido de que el yugo español no les depararía mejor futuro que el de una “penosa servidumbre”, aprovechó las festividades religiosas del pueblo para incitar a los indígenas mayas a levantarse en contra de las injusticias y sometimiento de los españoles.
Utilizando la corona y el manto de la virgen del pueblo, se coronó rey de los mayas. Les aseguró, a los habitantes de este pueblo, que no debían temer a las armas de los españoles, ya que, si alguno moría, él lo podía resucitar con sus poderes sobrenaturales.
Así, Cisteil fue tomado por los rebeldes.
Los jefes principales de los pueblos vecinos se sumaron a la rebelión, ofrecieron su respeto y lealtad a Canek, quien se proclamaba como elegido de Dios para liberarlos.
Entonces, las autoridades españolas reforzaron sus tropas y bajo las órdenes de Cristóbal Calderón, un destacamento de 500 soldados españoles cercaron el pueblo de Cisteil; los rebeldes se atrincheraron y resistieron la ofensiva.
Los nativos, convencidos de los poderes de Canek, comenzaron una sangrienta batalla en la que murieron 600 indígenas mayas y 40 españoles.
Jacinto Canek logró huir de aquella matanza.
Sin embargo, al poco tiempo fue capturado y conducido a Mérida, donde se celebró su juicio.
Acepto los cargos en su contra por rebelión y actos sacrílegos y recibió sentencia.   El 14 de diciembre  de 1761 en la plaza mayor de Mérida fue desmembrado, quemado vivo y sus cenizas fueron arrojados al viento.
Por su parte, los pocos rebeldes que sobrevivieron a la pena de muerte fueron condenados a sufrir 200 azotes cada uno y la perdida de la oreja derecha.
Además, el pueblo maya de Cisteil, que en la actualidad se encuentra en el municipio de Yaxcabá, en Yucatán, fue incendiado por los españoles y cubierto totalmente de sal “para perpetua memoria de su traición”.

     


by:Michelle Carrillo Barragan
 

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